La tecnología ha aportado en el sector de la salud nuevas máquinas para diagnosticar antes y mejor, para tratamientos más precisos y eficaces y, en los laboratorios, mayor facilidad para encontrar el origen de las enfermedades y la solución o el desarrollo de nuevos medicamentos. Todo esto ayuda a que los profesionales de la salud trabajen mejor y nos aporta calidad de vida. Y también salva muchas vidas.
Por ejemplo, la Inteligencia Artificial y el machine learning pueden mejorar el diagnóstico y éxito de tratamientos, de manera cada vez menos invasiva. Aprender con cantidades enormes de casos anteriores en los que se analiza mucha información para entender cuáles son las claves del éxito en los diferentes pacientes.
Otro ejemplo, el seguimiento del movimiento de los ojos (o eye- tracking), que ha despertado mucho interés en el campo de la salud en los últimos años porque se ha demostrado que es una herramienta que puede funcionar como cribado para el diagnóstico de enfermedades psicológicas, neurológicas o de la visión y el tratamiento de muchas afecciones tanto para personas mayores como niños: autismo, dislexia, afasia, anomia, deterioro cognitivo, esquizofrenia, estrabismo, Parkinson o Alzheimer, entre otras.
Todo esto, es posible.